Como respuesta al segundo objetivo de desarrollo sostenible planteado por la Organización de las Naciones Unidos, denominada Hambre Zero y que busca poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible, en Valledupar se creó hace más de un año un espacio en el que se capacita a la comunidad para desarrollar un huerto comunitario y replicar esta actividad en sus hogares.
Se trata del primer huerto urbano y escolar que funciona en la Institución Educativa Leonidas Acuña y que involucra a diferentes participantes, como son miembros de la Comuna dos de la ciudad, la Junta de Acción Comunal del barrio San Fernando, el programa de Microbiología de la Universidad Popular del Cesar, estudiantes y docentes del mismo plantel educativo, además de miembros vinculados a través de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN).
Este es un programa denominado Comunas Verdes, que es liderado por la fundación Pro Árbol en alianza con el Servicio Forestal de los Estados Unidos; en el cual además del desarrollo de proyectos de huertos comunitarios también han adelantado un plan de restauración así como actividades en un área de cesión del barrio San Fernando con la siembra de árboles, mejora del mobiliario de parques y la creación de jardines.
A través de este proyecto se capacitan a las personas que participan en temas como agricultura orgánica, producción de abono y sistemas de riego con el propósito de que ese conocimiento también lo pueden replicar en sus hogares o parcelas, aunque la idea fundamental es organizar huertos en espacios urbanos, según explicó Duber Vides Avendaño, ingeniero sanitario y ambiental, presidente de Por Árbol y quien lidera en compañía de Armando Rincones, presidente de la JAC del barrio San Fernando esta iniciativa.
A pesar de tratarse de un área pequeña en la que han iniciado el primer huerto, ha resultado muy productiva y ya los involucrados en la actividad, que son alrededor de 50 personas, han podido ver cosechas de pepino, yuca, espinaca, cilantro, plátano berenjena, maíz, rábano, pimentón, ají criollo, acelga, cebollín, frijol cabecita negra y otras frutales como papaya, melón, patilla.
Estos productos son distribuidos equitativamente entre quienes han participado en el proceso de manera voluntaria y no se comercializan, cuentan con el valor agregado de ser totalmente orgánicos y a su vez todo el proceso contribuye también a inculcar en los niños, adolescentes y jóvenes una mayor conciencia sobre una nutrición sana.
El propósito también es que esta iniciativa se pueda replicar en todas las comunas de la capital del Cesar con el objetivo de garantizar seguridad alimentaria a las comunidades. De hecho, ya se dio inicio a un segundo huerto de este tipo en la Institución Educativa Milciades Cantillo y siguen motivando la creación de más espacios de este tipo en otros sectores, los cuales deben contar con seguridad; que no permita acceso a personas desconocidas, y un terreno que se evalúa sobre sus condiciones para tener las recomendaciones que requiera e iniciar el proyecto.
“Tratamos de impulsar este proyecto, de ser los pioneros y extender la invitación de que se puede replicar en toda la comunidad de Valledupar”, aseguró Rincones, además de considerar que estos escenarios sirven para los estudiantes que no saben qué hacer cuando culminan su bachillerato como una alternativa para validar sus proyectos de vida.
Además esta se vincula también a nivel académico puesto que se está trabajando tanto en un proyecto de grado con berenjenas y una maestría de una docente en la UPC con el frijol cabecita negra, ambos productos cultivados allí.
Sin embargo, se hace un llamado para que las autoridades gubernamentales tengan más voluntad y apoyen el proyecto que hasta el momento solo recibe recursos internacionales.
Autor: El Pilón